¿ERA DALTON DALTÓNICO?

 


Hoy, en el aniversario del nacimiento del científico John Dalton, recuerdo que cuando los alumnos y las alumnas de 2º de bachillerato preparan sus exámenes de biología para la EVAU, leen a menudo su nombre. Fue un
 científico que vivió entre los siglos XVIII y XIX, un hombre muy polifacético y, como podréis comprobar por su biografía, muy comprometido con la ciencia, hasta más allá de las fronteras de su propia muerte.

John Dalton nació en Eaglesfield (Inglaterra), en 1766, en el seno de una familia de cuáqueros (una especie de secta religiosa cuyos miembros practican el pacifismo y la no violencia y viven en la secillez y la humildad más extremas), doctrina a la que Dalton fue fiel durante toda su vida. Fue primero agricultor y luego maestro (enseñaba matemáticas, historia natural y física a niños de educación primaria), pero ante todo fue un curioso observador de los fenómenos naturales y un avezado experimentador (si bien su carácter autodidacta y su alejamiento de los círculos "oficiales" de la ciencia hacían su metodología algo heterodoxa). Una muestra de ese afán científico y del rigor en sus experimentos es el hecho de que durante casi 60 años anotase cada día los datos meteorológicos (presión atmosférica, cantidad de lluvia, temperatura). Precisamente su pasión por la meteorología le llevó a formular su Ley de las Presiones Parciales, la Ley de las Proporciones Múltiples (conocida simplemente como Ley de Dalton) y, finalmente, su teoría atómica.
La ley de Dalton abrió el camino para la invención de la formulación sistematizada (representar cada molécula con los símbolos de los elementos químicos de que está compuesta, indicando con subíndices el número de átomos de cada uno) y le sirvió a él mismo para proponer, unos años más tarde, su modelo del átomo: unidad indivisible e indeformable de materia; Dalton concibió acertadamente que una sustancia pura estaría formada por un elevadísimo número de átomos, todos con idénticas propiedades y masa. Lógicamente, sustancias puras distintas estarían formadas por átomos distintos (con diferentes masas y propiedades). En el curso de una reacción química, Dalton supuso que los átomos de diversas sustancias se combinan entre ellos para dar una sustancia diferente, pero conservándose siempre la masa (como ya demostró el francés Lavoisier antes de perder la cabeza). Aunque el modelo atómico de Dalton es en realidad un esbozo muy simple de lo que luego se ha revelado como un sistema muy complejo, no se le puede negar el mérito propio del pionero. Su obra “Nuevo sistema de filosofía química” es una joya entre los clásicos de la literatura científica.


En 1794, unos años antes de que Dalton formulase su famosa ley, presentó en la Sociedad Filosófica y Literaria de Manchester una comunicación titulada "Ensayo sobre el daltonismo", enfermedad que él padecía (también su hermano) y que bautizó con su propio nombre.

"En el otoño de 1792, accidentalmente, pude percatarme de una anomalía en mi visión; al observar el color del geranio a la luz de una vela, percibía la flor como de color rosa, aunque a la luz del día se mostraba azul celeste. Era sorprendente este cambio: cuando la iluminaba con la vela desaparecían los tonos azules y a mi vista parecía de un color tan distinto como el rojo. Invité a algunos amigos a contemplar el curioso fenómeno y, para mi sorpresa, nadie apreció el cambio de coloración: para todos la flor tenía, prácticamente, el mismo color con luz natural que con la luz de la vela. Mi hermano, sin embargo, veía igual que yo. Evidentemente nuestra visión no era como la de los demás."


La enfermedad, conocida también como "ceguera para los colores", consiste en la imposibilidad de distinguir alguno(s) de los tres colores primarios; quienes pueden apreciar sólo dos de ellos son daltónicos dicromáticos y quienes distinguen los tres, pero con una visión anormal de cada uno de ellos, son daltónicos tricromáticos anómalos. Dalton no podía saber que su enfermedad se debía a la presencia de un gen alterado en el cromosoma X (y que, por tanto, heredó por vía materna) y en su afán por buscar una una explicación aventuró que el humor vítreo de sus ojos (el líquido que baña la cámara posterior, detrás del cristalino) estaba teñido de azul en lugar de ser transparente como en las personas de visión normal. Esta pigmentación haría las veces de filtro para la luz solar, absorbiendo la radiaciones de determinadas longitudes de onda antes de que llegaran a la retina.
Como decía al principio, su compromiso con la ciencia y el rigor de sus experimentos era tal que, para comprobar su teoría, dio orden de que, cuando muriese, se le extrajeran los globos oculares y se comprobase el color del humor vítreo. Su ayudante Joseph Ransome cumplió con la voluntad del ilustre finado: el humor vítreo era tan transparente como el de cualquier persona con visión normal; el pobre Dalton se fue a la tumba sin tener ocasión de formular una nueva hipótesis...
Ransome decidió conservar los ojos: en la Sociedad Filosófica y Científica de Manchester permanecen todavía, como último vestigio de la genialidad y el rigor de John Dalton.

¿Y por qué estudian a Dalton los alumnos de 2º de bachillerato? El daltonismo y su herencia ligada al sexo es tema recurrente en los problemas de genética mendeliana. Mientras preparábamos la temida EVAU y resolvíamos problemas sobre daltonismo, les comenté que en 1995J. Hunt y J. Molton, biólogos de la Universidad de Cambridge, tomaron una muestra celular de las retinas de Dalton con el fin de estudiar los genes del daltonismo y determinar cuál fue la naturaleza de su visión anómala: tras la extracción y amplificación de las secuencias de ADN con los genes para síntesis de pigmentos relacionados con la visión de los colores, se determinó que Dalton carecía del pigmento verde (era dicromático verde). Seguramente al científico cuáquero le hubiera encantado conocer estos detalles, tan inasequibles en su época.

Dalton recibió en vida fama y honores (sus funerales congregaron a unas 40.000 personas), pero él siempre fue fiel a su humildad y a su austeridad. Una anécdota curiosa: para recibir un doctorado por la Universidad de Oxford de manos del rey Guillermo IV hubo de ser "engañado", si bien con la mejor de las voluntades. Vistió el uniforme de color escarlata de la Universidad -color ostentoso y nada acorde con sus principios cuáqueros- creyendo (a causa de la ceguera para los colores) que vestía de un austero gris...


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